miércoles, 30 de marzo de 2016

Una de perros - Héctor Chavarría


Desde chilpayatli soñó con tener barbas, para parecerse a don Hernán en vez de a Juan Diego, porque il pobri, era más indioqu`il neutli. Aunque tuviera nombre de arcángel.
Al llegar a la adolescencia, una noche de luna llena y en la borrachera del cóctel de hormonas, descubrió con felicidad su incipiente licantropía.
¡Al fin tendría pelos! ¡Sería hirsuto de cuerpo completo! ¡Qué maravilla! Pobre…
Olvidó que sus raíces caninas ya no estaban emparentadas con el loberro mesoamericanus y menos con el canis lupus, ni siquiera con el canis familiaris o el pupis vulgaris, sino que al paso del tiempo había devenido en xoloitzcuintle o sea…
Resultó ser un licántropus Salinus: sin pelo.
Y, al dejarse crecer el que tenía, con un notable parecido a Rigo Tovar…

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