sábado, 12 de diciembre de 2015

Punto de vista - Héctor Ranea


Como todas las noches, él cruza la plaza en diagonal y me le acerco; parece distraído, distante, indiferente, parece no escucharme pero yo veo que le cambia el reflejo de la luz en los ojos, que respira diferente cuando le cuento lo que podemos hacer juntos por un módico precio que podemos convenir. Parece incluso que su corazón pierde el ritmo de un caminante y se convierte en el de un bailarín de burdel. Me da cierta tristeza su apatía porque sé que le gusto, ya que al tocarlo responde y su pulso se debate entre la furia y el control. Como todas las noches, cuando llegamos al ángulo opuesto de la plaza él se desvanece cruzando la calle y vuelvo a mi guarida a esperar que pase otro solitario, mientras canturreo un tango de esos que me encantaba cantar en el burdel, allá en el Sur.

Acerca del autor:
Héctor Ranea

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