viernes, 14 de agosto de 2015

Letra chica - Lucila Adela Guzmán


Y aunque las letras fuesen casi ilegibles, la imagen de aquella sensual morena tras la vidriera parecía invitarlo a juguetear hasta el incendio. El guiño en uno de sus hermosos ojos rasgados y el despampanante cuerpo de la mujer lo habían cegado, acaparando su mente de comprador compulsivo. En cuanto logró juntar el dinero la compró para llevársela a casa.
Abrió el sobre y siguió las instrucciones del prospecto. Salvo por la tez morena y el detalle en uno de sus ojos, siempre el mismo, que parecía estar eternamente atascado en el guiño, la mujer que dormía en su cama no se parecía en nada a la imagen que se hallaba impresa en el sobre.
La voluptuosa delantera que ostentaba la figura no existía y el hombre se sintió un tonto al comprender que quizás a eso se refería el vendedor cuando le explicó que el polvo era para concebir a una mujer sintética. Lo peor fue encontrarse con que la hembra venía con accesorios que no correspondían con el género femenino.
El hombre llamó furioso al 0800 para hacer la denuncia en la oficina de defensa al consumidor pero nada logró, salvo darse cuenta de que la letra chica siempre encierra una advertencia. Buscó el sobrecito que contenía el polvo y con una lupa leyó las diminutas letras:
“La imagen es sólo a modo de referencia, el resultado del producto puede variar”
“La selección de los accesorios es aleatoria”
“Una vez abierto el sobre, no se aceptarán reclamos”

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